22/07/1920. La inauguración de la calle Montero Ríos.

Ya dieron origen por fin las esperadas fiestas del Apóstol de este año santo de 1920. Para mi siempre es agradable recibir estas fechas que, además de atraer movimiento y animación a mi ciudad, también traen consigo la celebración de mi aniversario. Este año mis padres me han anunciado que tía Minia les ha invitado a casa a ellos, a la abuela y a mi hermana para que juntos celebremos mis 17 primaveras. Así que, si todo resulta según lo previsto, de aquí a unos días tendremos la casa llena de invitados. Mi familia aprovechará la visita para disfrutar de estas fiestas tan especiales que comenzaron el pasado día 15.

Podría decir que lo que más me ha deleitado hasta la fecha ha sido el concierto que se celebró en la plaza de toros a cargo del coro coruñés «Cantigas da Terra» y del cual ya he hablado anteriormente en este diario.

Al evento me acompañó «Oterito» en un intento de introducirlo en este mundillo aunque tengo que decir que sin demasiado buen resultado. Creo que no tiene mucha sensibilidad en esta noble empresa de ensalzar las virtudes de nuestra tierra. Él, como siempre, más pendiente de otros temas de su interés, no prestó mucha atención a la calidad de las voces de la agrupación, ni a su selecto repertorio, ni mucho menos a la mágica conjunción que se formó entre voz humana e instrumentos tradicionales. Esos instrumentos que ya tocaban nuestros antepasados en romerías y fiestas campestres. La gaita, el tamboril, las cunchas y las panderetas, unidas a las potentes voces me resultaron tan evocadores que no entiendo esa afición de «Oterito» a fijarse en la indumentaria de los asistentes, y más en concreto, en el de las asistentas.

Mientras él intentaba atisbar un poco más allá de los tobillos de las muchachas que contemplaban el espectáculo yo seguía ensimismado en la forma como este gran coro ponía en escena su repertorio. Y me veía allí, entre aquellos entregados cantores, vestido con chaleco, cirolas, faixa y polainas entonando las canciones de nuestra querida tierra. Bien seguro que llegaré a cumplir mi sueño si Bernardo nos guía con su maestría.

Santiago es un hervidero de gente durante estos días. De todas partes acuden forasteros que llegan en tren y omnibus. En las inmediaciones de la Senra y el Hórreo se agolpan mozos que ofrecen sus servicios para carretear equipajes hasta las posadas y hoteles de los viajeros. También es una buena ocasión para rateros y carteristas que, camuflados entre el gentío dan rienda suelta a su arte. Hoy mismo he sido testigo de como a una señora le robaban ante mis propias narices. Ha sido en el acto de inauguración de la calle Montero Ríos. Todo el mundo estaba pendiente de cómo nuestro alcalde cortaba la cinta mientras los ladronzuelos aprovechaban la distracción. En un visto y no visto se han esfumado entre la multitud.

1920.08.Vida Gallega
Máximo de la Riva cortando el cierre de flores. Vida Gallega (Agosto de 1920). Foto Ksado

Cuando se fue diluyendo la gente observé aquella moderna calle que dicen es el comienzo de la expansión de una nueva zona de la ciudad. Es el ensanche compostelano. Se me hace extraño imaginar que todas las casas que se extienden a mi alrededor puedan llegar a desaparecer para dejar sitio a una nueva estructura urbanística. Quien sabe… los años dirán.

De regreso a casa la conversación que más se escuchaba entre la gente era la posibilidad de que para el día del Apóstol nos visitara el Infante Fernando de Baviera. Al respecto se escuchaban opiniones de diversa índole. Algunos dicen que es un deshonra por parte de nuestro rey Alfonso XIII no estar presente el próximo día 25 y enviar a su primo en su representación, sobretodo siendo año santo compostelano. Según otros ya está bien que no venga el rey, aunque bien podría ahorrarse el Infante la visita, ya que prefieren mantener la monarquía tan lejos como sea posible. Yo no tengo mucha opinión al respecto, supongo que si el hecho de que venga aporta a nuestra ciudad protagonismo bien recibida sea su visita. Mi tía me ha comentado a veces que, pese a ser noble, Fernando no lo ha tenido fácil. Para empezar lo emparentaron con su prima carnal, hermana de Alfonso XIII. De esta forma, de primo del rey se convirtió en cuñado. Enseguida tuvo descendencia con María Teresa, hasta cuatro vástagos. La suerte no le acompañó pues hace ocho años que quedó viudo quedándose él solo al cargo de los cuatro hijos. Para mayor desgracia, su hija pequeña murió hace tan solo dos años, cuando apenas tenía seis.

Si finalmente se acerca hasta nuestra ciudad para honrarnos el día del Apóstol lo más seguro es que vayamos a la plaza del Hospital a recibirlo. Mi tía es muy aficionada a estas representaciones de alta sociedad y mis padres, con tal de complacer a la anfitriona son capaces de seguirla allá donde vaya.

En fin, hora de retirarse, estoy deseando que llegue ya el día de mi aniversario.

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